De nuevo volvemos a usar una palabra inglesa, en concreto, la unión de dos palabras, para hacer referencia, en este caso, a un uso delictivo del móvil.

Para realizar este delito, los ciberdelincuentes hacen uso de una voz IP o voz automatizada, la cual es creíble porque es muy parecida a las usadas por las entidades financieras.
La víctima es elegida de forma aleatoria y se le informa, por ejemplo, de que su tarjeta de crédito está siendo utilizada fraudulentamente, por lo tanto, es preciso actualizar la información personal, resolver un problema surgido con la cuenta o cualquier otro tipo de engaño.
Para dar solución a estas cuestiones se facilita un número de teléfono concreto al que hay que llamar.
Cuando se llama, al otro lado de la línea telefónica se escucha una grabación idéntica a la de cualquier servicio de atención al cliente telefónico. La voz de la grabación solicita el número de cuenta, de las tarjetas de crédito, la fecha de expiración, las claves o los nombres de usuarios.
Una vez obtenidos estos datos, el ciberdelincuente puede llevar a cabo compras y operaciones fraudulentas por vía telefónica o por internet.
Un consejo para no ser víctima de este ciberdelito es no ofrecer información personal sin comprobar las identidades reales. Y, por supuesto, llamar siempre a los teléfonos oficiales de las entidades financieras y no a otros que hayan sido facilitados a través de una llamada o mensaje de texto.